El colonialismo no ha muerto, solo ha cambiado de máscara.

Por: Pensamiento Negro Becerra

Francia ostenta una de las reservas de oro más grandes del mundo, acumulando más de 2.400 toneladas del preciado metal. Sin embargo, en su propio suelo no se encuentra una sola mina de oro. ¿De dónde proviene entonces esa riqueza? De las entrañas de África, extraída durante siglos bajo el yugo colonial, y aún hoy sigue siendo asegurada mediante mecanismos de saqueo disfrazados de acuerdos económicos.

El colonialismo, lejos de ser un vestigio del pasado, persiste como una estructura de dominación en la que el expolio continúa bajo nuevas formas. A través de impuestos neocoloniales, tratados financieros coercitivos y el control de las reservas monetarias de los países africanos, Francia sigue beneficiándose del oro y la riqueza africana, consolidando su poder a costa de quienes una vez colonizó.

Mientras algunos insisten en hablar del colonialismo en tiempo pasado, la realidad es que sus tentáculos siguen estrangulando a los pueblos del Sur Global. El saqueo no terminó con la independencia; simplemente se reconfiguró bajo el disfraz de la globalización y las instituciones financieras internacionales. Francia no necesita tropas en cada rincón del continente: su control se ejerce a través de la deuda, la economía y la perpetuación de estructuras diseñadas para garantizar su supremacía.

Nombrar esta realidad no es un acto de nostalgia, sino un deber político. Porque la historia no es solo un relato del pasado, sino una advertencia sobre el presente y un llamado a la acción para construir un futuro verdaderamente libre.

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