En la era de la modernidad los negros siguen viendo el Dios blanco, como el gran arreglador de sus problemas

en la era de la modernidad los negros siguen viendo el Dios blanco, como el gran arreglador de sus problemas

Actualmente y en la era de la modernidad los negros siguen viendo el Dios blanco, como el gran arreglador de sus problemas (como a sus instituciones y tótem que nos han impuesto) y lo tenemos siempre en nuestros pensamientos, asistimos a sus templos a pedirle perdón a sus iconos religiosos y aceptamos una estampita para siempre recordarlos y tenerlos presentes. Es por ello que desde esos encajes los negros no se han podido salir, porque se les hace difícil entender el problema y la necesidad de asumir el poder y por otro lado comprender que ya no hay nada que nos una a África, porque somos una cultura enraizada en América, con perfiles distintos, a pesar del delito de lesa humanidad que cometieron los africanos, al participar y convertirse en los suministradores del insumo para que el capitalismo avanzara…., a pesar que ese Dios blanco que vino por el mar, enseñaba su colmillos, con una vara y sotana, mientras les decía a los demás que eran unos herejes, si entendemos que los Estados naciones occidentales han dominado la historia económica y política de la modernidad y esta a funcionado a través de la proliferación de la diferencia como a través de la homogeneización del mundo y de ese modo se han sostenido las formación de las fronteras particulares que constituyen los Estados nación, dando origen a nuestra noción común de economía nacional y cultura nacional. Es `por ello que las culturas nacionales del Estado nación occidental moderno no solo ayudaron a crear estándares de alfabetización universal y a generalizar una única lengua vernácula en toda la nación, sino que también quebraron el dominio de la iglesia, creando así una cultura secular homogénea en Occidente, en la que el logro de la homogeneidad se consideraba crucial para el mantenimiento de las instituciones culturales nacionales.

No obstante, las naciones, de hecho, no solo surgen, también se forman. Más aún, las identidades nacionales no son atributos con los que nacemos, sino que se forman y transforman dentro de los discursos y de otros sistemas de representación y ello se debe a que la nación se ha convertido en un conjunto de significados compartidos dentro de las culturas nacionales en las que se les da forma en diferentes momentos históricos. Tales operaciones discursivas en la creación de identidades culturales nacionales siempre están, por supuesto, estrechamente vinculadas al poder y a cómo funciona el poder en la sociedad. Debemos pensar en la nación no solo como una entidad política, sino también como algo que produce un significado y construye la identificación. Una nación es siempre una comunidad simbólica y es esta dimensión la que explica su «poder para generar identidad y lealtad…, por ello muchos autores sostienen que una identidad nacional es una comunidad imaginada, en el que debemos de entender que la vida de las naciones, no en menor medida que la vida de los hombres, se vive en gran parte en la imaginación.

En tal sentido, la nación se construye a través de un mundo de significados que erige identificación…, precisamente porque nos ayuda a imaginarnos compartiendo, de algún modo, una narrativa colectiva general; de tal manera que nuestra vida rutinaria y cotidiana se conecta con un gran destino nacional que existía antes que nosotros y que nos sobrevivirá. Por ello la palabra nación…., se refiere al Estado nación moderno como a algo más antiguo y nebuloso (la natío) una comunidad local, de domicilio, familia o condición de pertenencia .

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