"No ayudes a quien no pida ser ayudado"

Había una vez un hombre libre que vio a un esclavo siendo azotado por su amo. El hombre libre, arrebató el látigo al amo y azotó a este en reprimenda, luego dijo al esclavo: "Ahora eres libre". El esclavo tomó el látigo, levantó a su amo y le entregó el látigo de vuelta.

El hombre libre puso los ojos en blanco y se alejó. Le dijo al esclavo dónde vivía en caso de que algún día quisiera ser verdaderamente libre. Cuando el amo se curó de la reprimenda sufrida a manos del hombre libre, decidió que quería venganza y envió al esclavo a matar al hombre libre. El esclavo nunca pensó en cómo el hombre libre lo ayudó, tampoco pensó en todas las palizas que había recibido y en toda la crueldad de la que había sido víctima por parte de su amo. Todo lo que conocía era la obediencia (así fuera a la maldad).

Engañó al hombre libre haciéndole creer que ahora si quería recuperar su libertad y una vez que el hombre libre lo acogió, el esclavo lo mató.

El amo llegó a la casa del hombre libre y la quemó hasta los cimientos. Luego, el amo mató al esclavo por temor a que algún día se sublevara y lo pudiera delatar.

“Ten cuidado a quién ayudas o defiendes. No todo el mundo está buscando la auténtica libertad”…

"No ayudes a quien no pida ser ayudado".

Está es una triste realidad que vivimos en la actualidad en el ámbito político, religioso, laboral etc. Muchos prefieren ser engañados y seguir esclavos y no buscar la libertad para sus vidas, sus familiares o su país.

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