
No es humor es racismo

Hablemos de los estereotipos raciales, esos grilletes invisibles que la sociedad ha normalizado hasta el punto de convertirlos en paisaje. Los diferentes medios de comunicación—la televisión, el cine, las redes sociales— y las redes sociales..., no solo reflejan, sino que refuerzan las imágenes distorsionadas de las personas negras y afrodescendientes. Nos encapsulan en narrativas prefabricadas, nos reducen a gestos, acentos, cuerpos que encarnan lo exótico o lo peligroso, pero rara vez lo humano en su totalidad.
En la radio, el lenguaje es un arma de repetición. Se exagera nuestra forma de hablar, se nos imita con burla, se nos convierte en una caricatura grotesca que justifica la exclusión. En los espacios de trabajo, en la escuela, en la vida cotidiana, el racismo no siempre se anuncia con un grito; a menudo se esconde en frases casuales, en bromas que, disfrazadas de inocencia, perpetúan una estructura de opresión que se siente tan natural como el aire que se respira.
Nos dicen que no es para tanto, que es solo humor. Pero el humor, cuando se construye sobre la deshumanización, es una soga que sigue apretando. Es la herencia de una historia donde la risa del opresor ha sido el eco de la humillación de los nuestros. Como si el rayo que nos ha caído durante siglos fuera, de alguna manera, un chiste.
No, no lo es.
Es tiempo de cuestionar, de arrancar de raíz esas imágenes que nos despojan de nuestra complejidad, de nuestra dignidad. Porque lo que se normaliza, se perpetúa. Y lo que se perpetúa, se convierte en ley no escrita. Pero nosotros no hemos venido a obedecer leyes de opresión; hemos venido a escribir las nuestras.
Fuente: del video no es humor es racismo.
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